martes, 31 de mayo de 2011

Adios Princesa (Relato)

Princesa, caminas hacia tu destierro con tu cara sombría, con tus ánimos mermados, con tu sonrisa apagada. La culpabilidad y el remordimiento se alojaron en tu corazón oprimiéndolo hasta el punto de impedir que apenas emita su signo vital.

Construiste un imperio sobre pilares de confianza ajena, pero fue un imperio falso, lleno de engaños y mentiras, los engrosaste capa tras capa, día tras día. Cada día fue más grueso, más pesado. No tenías elección, pensantes que no había más opción porque comenzaste algo que no supiste cómo deshacer.
Pero todo, absolutamente todo tiene un final, y aún sabiendo que no sería el final que deseabas no supiste parar. Habías hecho mucho mal y el miedo de desatar todo lo que creaste te hizo fortalecer tu idilio con más mentiras, más engaños.

¿Qué importa que estuvieses mal aconsejada, que te convencieran que era lo mejor, que te dejaras convencer?. En el fondo de tu corazón, en lo más oculto de tu ser. Sabías que estabas actuando mal, que ese no era el camino. Lo que habías hecho era poner un manto sobre un camino de espinos. Pero por un instante pensaste que nada tendría por qué ocurrir y decidiste empezar, quisiste continuar para que al final, no supieses parar.

Tal inmenso fue tu imperio, que los pilares donde se sostenían se desquebrajaron cuando el viento cambió dando otro rumbo a tu vida. Y tu imperio cayó sobre tí estrepitósamente.

Te dejó malherida, rodeada de polvo y escombros que te impedían respirar, nada podías ver. Saliste arrastrándote cual gusano te sentías, reptando entre los escombros y desolación que tú misma provocaste. A cada avance, te hacías más heridas y magulladuras con tus palabras vacías, carentes de confianza.

Los pilares de confianza y amistad habían desaparecido, tú los habías borrado y ahora sí, ahora estás completamente sola, justo cuando más necesitabas su cobijo te encuentras en la intemperie.

Lloras, aunque sabes que merecido lo tienes; nadie, absolutamente nadie merece compasión si ha traicionado. Sólo te queda alejarte de tu destrozo, ir hacia tu destierro donde sólo te espera lo que mereces: desolación, desdén y sobre todo el olvido. Nadie te recordará porque no mereces ser mencionada.

Caminas magullada, dolorida sin mirar atrás, la vergüenza y el arrepentimiento te impiden girarte, sabes que sólo encontrarás miradas de reproche y además de ruin, eres cobarde porque no quieres enfrentarte al dolor y la tristeza.

¡Vete princesa!¡Márchate a tu destierro!, quédate allí hasta el fin de tus días. Sufriendo por lo que has provocado, llorando por lo que has perdido y llévate todo el mal y el daño que has provocado. ¡Vete, márchate y no vuelvas!¡Márchate sabiendo que nadie te perdonará y que todos te olvidarán!.
Adiós, princesa, adiós. Hasta nunca jamás y no esperes el perdón que nunca llegará.

SYLVIA ELLSTON.
Obra registrada. Código: 1111250598328