XXI.
Y el frío al fin llegó a mi Sevilla,
el azahar del naranjo marchó,
la dama de noche al fin se durmió,
falta de fuerza y vigor, el Sol brilla.
Y el frío al fin llegó a mi Sevilla,
la castañera sonriente miró,
una bien calentita me ofreció,
sonriente, quiso ofrecer una silla.
Y junto a su vera, me calenté,
sonreía mientras ella cantaba,
sutil nostalgia, en su voz yo noté.
Viejas historias de amor me narraba,
a la luz del fuego, me enamoré,
mientras la primavera, yo esperaba.