miércoles, 14 de noviembre de 2012

Un beso robado

XXV

Oscura estaba la noche serena,
Fieles amigos, pasean los dos,
Sobre tu hombro descargaba mi pena,
Tú con susurros, sosiegas mi voz.

Como buenos amigos y solo eso,
Ambos mudos y fieles confidentes,
De secretos, compartimos el peso,
De penas y tristezas penitentes.

Nos quedamos un segundo en silencio,
Porque nuestras miradas se cruzaron,
Con temor y arriesgándote al desprecio,
Tus labios sobre los míos, se posaron.

Todo pasó en un segundo, solo uno,
Confusa, mi coraje se desplomó,
Con rabia te acusé de inoportuno,
Un acto que a la amistad confundió

Pétrea quedó mi alma y se quebraba,
Cuando una lágrima yo derramé,
Al pensar y sentir que traicionaba,
Al amor que un segundo yo olvidé.

Confuso estabas, sin saber qué hacer,
A ti, me mantuviste aferrada,
Entonces comenzaste a comprender,
Que la amistad quedó sentenciada,

La cordura volvió de nuevo a mi ser,
Pero muda se quedó mi garganta,
La grana tiñó mi pálida tez,
Ahora tu presencia a mí, me espanta.

Supimos que la amistad quedó atrás,
Buscaste agobiado algo que decir,
No podía oír, me quería marchar,
Con gran tristeza, me dejaste partir.

Me separé de ti, llorando y triste,
No podía en absoluto entender,
Que por un impulso tonto quisiste,
Una hermosa y fiel amistad perder.

Tu interior se partió y sentiste frío,
Te quedaste sólo y algo apenado,
Todo tu interior se quedó vacío,
Sabías que solo fue un beso robado.