domingo, 5 de junio de 2011

Pasión. (Erótico).

Fue el destino, fue el comienzo... Luchamos por estar juntos y al fin juntos estamos, ambos aprendimos a amar de nuevo, ambos aprendimos a conocernos más profundamente y ambos superamos la dificultad de amar en la lejanía y así seguiremos pase lo que pase....

Después de muchas noches furtivas, con encuentros imaginarios a causa de la distancia, supliendo mis manos por las tuyas. Amándonos en el silencio y la frialdad que provoca la lejanía junto a las nuevas tecnologías. ¡Tantas noches he soñado con este momento, tantas lágrimas derramadas a causa de la separación forzada!, ¡cuánto deseo acumulado día a día, confesión tras confesión!, llegando a creer incluso, que éste día nunca llegaría, que era parte de un sueño borroso, una ilusión difusa, y ahora henos aquí, al fin juntos, uno frente al otro, al fin solos...

Nuestros cuerpos se tocaron por vez primera, la timidez se apodera de mí, mientras me desprendes de mi ropa, con tal lentitud, con tal ternura, que me haces sentir frágil, delicada...
La dulzura que procesas me aturde, no estoy acostumbrada, me siento especial, deseada, amada, única... Con mis dedos recorro tu torso marcado por el ritmo de tu respiración, no puedo creerlo, al fin puedo tenerte como siempre deseé.

Te beso, intentando liberar el nudo de mi garganta que, provocada por la emoción del sueño cumplido, el deseo esperado, no me deja decirte palabra alguna... Sí, al fin te beso, embriagándome con tu sabor, tu olor, tu tacto... poco a poco voy perdiendo la perspectiva del entorno. El temor a decepcionar, a no saber actuar, desapareció por completo, sólo me envuelve tu presencia, me guío hacia la pasión a través de tus susurros, al ritmo de tu respiración entrecortada, cada caricia tuya me transporta más allá de la realidad, más allá de la cordura.

 Tus manos recorren mi cuerpo lentamente, dibujando mi silueta, marcando mi contorno... Puedo ver en tu mirada el deseo, puedo notar en tu respiración lo que provoco en ti... lo que me provocas en mí. Me estremezco, mientras un profundo suspiro se escapa desde el fondo de mi alma. Tiemblo levemente mientras me ofrezco a ti con la mirada y mi cuerpo te da la bienvenida con impaciencia.

Tu peso  me reconforta, acaricio tu espalda acercándote más a mí. Ahora sí, ahora me siento tan tuya como te siento tan mio. Nuestras almas se fusionan ante el baile rítmico que provoca nuestro deseo, nuestra pasión. Me siento hipnotizada ante la profundidad de tu mirada, que me atraviesa más allá del cuerpo, más allá de la mente.
Poco a poco damos paso al instinto, mostrando nuestro ego más ancestral, cautivándonos ante la pasión en su estado más puro, más salvaje...

Me sorprendo a mí misma ante el espejo, no me reconozco. Veo cómo mi cuerpo se acopla al tuyo con bailes serpenteantes y eso me hace desearte aún más, te acaricio con movimientos felinos. Me siento libre de prejuicios, de temores, por vez primera soy yo y por primera vez dejo salir lo que dormitaba en mí. Salió sin saber siquiera que existía, que permanecía oculto. Instinto, deseo, pasión... todo se concentró en mis entrañas, acumulándose, oprimiendo mi interior, deseando salir, queriendo expulsarlo, liberarlo...

Suspiros desesperados, gemidos reprimidos escapan desde lo más profundo de mi ser, mientras me devoras con avidez, sin dejar un ápice de piel sin recorrer. Intercambiamos frases entrecortadas, clavo mis uñas en tu carne y tú agarras con firmeza mi cintura atrayéndome hacia ti con furia, provocando así, que estemos aún más unidos. Entrelazamos nuestros dedos, mirándonos fijamente, comunicándonos con la mirada, cuánto nos queremos, cuánto nos deseamos, cuánto gozamos...

Llegamos al cénit de nuestra pasión a la vez, ambos liberamos todo cuanto llevábamos dentro, todo cuanto habíamos acumulado. Dejé escapar un gemido casi desgarrador. Me derrumbé sobre ti extasiada, mientras mi corazón desbocado se sincronizaba con el tuyo. No podía hablar, tampoco hacía falta, mi mirada, mi sonrisa, mi respiración jadeante decía todo cuanto querías saber.... Era feliz.

No sé cuánto tiempo permanecimos así, uno junto al otro, sin movernos, sin separarnos... Yo te miraba y sonreíamos, mientras, tú acariciabas mi espalda, me sentía feliz al ver tu sonrisa. Comprobé en tu mirada que sentías lo mismo que yo. Nos susurrábamos al oído por miedo a romper la magia, besándonos con suavidad, y diciéndonos infinidad de veces cuánto nos queremos, cuan felices  somos en éste momento y cómo deseamos parar el tiempo en este instante.

Y así estuvimos hasta que despuntó el alba de un nuevo día, el anuncio de un nuevo comienzo.... Abrazados, extasiados, vencidos bajo los efectos de nuestro deseo desbocado, nuestro amor culminado, nuestra pasión desenfrenada y felices, muy felices... por siempre.

 Sylvia Ellston.
Obra registrada. Código: 1111250598489