viernes, 6 de septiembre de 2013

La muerte de la Gaviota (Fábula)

Hace muchos años, un Águila Negra volaba altiva sobre un paisaje amarillo trigo y rojo amapola. Estaba rodeada de gavilanes grises y con su ayuda, hizo de aquel territorio su cubil.
Acechaba los campos y atemorizaba a los gorriones que se veían obligados a volar en las corrientes de aire que el Águila les indicaba. Ninguno podía volar más alto o más veloz que los demás. Pues para el Águila Negra, un gorrión es insignificante y de baja condición por lo que, no tiene por qué disfrutar de la infinidad del cielo. Y si había un gorrión que se aventuraba a volar por su cuenta, entonces, los Gavilanes Grises iban en su busca, lo apresaban imponiendo severos castigos para así adoctrinar a los demás gorriones y demostrar lo que ocurre cuando uno aspira a volar más allá de su condición.

Los gorriones más viejos, temían que las siguientes generaciones ignorasen que antaño, en este paraje amarillo trigo y rojo amapola, antes del Águila Negra, también existía otro color... el violeta. No podían consentir que el recuerdo de aquel tiempo se disolviese como la espuma marina. Pues todos sabían que el olvido es la madre de toda desidia. 
Contaban clandestinamente a los más jóvenes, historias sobre libertad, igualdad y fraternidad. Y bajo la estela del Águila Negra, el viento susurraba historias del pasado que alimentaban el alma de los jóvenes gorriones.

A medida que los años pasaban, la vitalidad del Águila Negra se fue debilitando al igual que las fuerzas de los Gavilanes Grises. Y los jóvenes gorriones ansiaban cada vez con más desesperación, cumplir sus sueños de campos libres y cielos infinitos. Comenzaron a elevarse y reagruparse, piaban casi con desesperación nuevos cánticos de Libertad.
Hasta que un día, el Águila Negra murió. Fue un momento agridulce para los gorriones, pues al fin el Águila con alma de cuervo murió sí, pero quedó impune de sus actos infames y su dictadura impuesta.

Al menos, los gorriones al fin fueron libres y ocuparon el cielo y los campos. Aunque el cambio del paisaje fue sutil. Ya no estaba la sombra del Águila Negra en su centro y junto al amarillo trigo, comenzaron a brotar infinidades de rosas rojas. 
Al fin podían volar tan alto y lejos como querían. Las fronteras del cielo se habían roto y el único límite era el impuesto personalmente.
Todos tenían igualdad de oportunidades, si un gorrión quería volar tan veloz como un halcón, elegante como un cisne o vistoso como un pavo real, no había nadie que se lo impidiese.
Fueron años de bonanza y tranquilidad. Nació la siguiente generación que creció sin miedos, prohibiciones y represalias. Fue realmente, una época maravillosa.

Como todo en esta vida, el mal también tiene un ciclo y cada vez que tiene oportunidad regresa y así lo hizo. Pero no fue un Águila quien apareció, sino una Gaviota. Al principio fue ignorada por los gorriones que recelosos, no terminaban de confiar en aquel ave carroñero.
Pero ocurrió que, las Rosas rojas que brotaron en el paisaje, se convirtieron en grandes y espesas matas comenzando a cubrir todo el terreno y a herir a los gorriones con sus espinas haciendo que, la efectividad y calidad de vuelo de los gorriones comenzasen a mermar. Algunos comenzaron a sentirse cansados y abatidos dudando de sus propias fuerzas para emprender el vuelo.

Y la Gaviota, como carroñera que es, vio allí su oportunidad. Fingió preocuparse por los gorriones y con artimañas y mentiras se ganó la confianza de los gorriones. La Gaviota comenzó a aplastar a las Rosas rojas hasta que apenas quedaron unas ramas inservibles. 
Los gorriones se mostraron agradecidos con la Gaviota y aparentemente, todo volvió a la normalidad.

Pero fue un espejismo que perduró como un suspiro. Poco a poco, los gorriones notaron que era más difícil volar por donde querían, siempre estaba la Gaviota que se cruzaba en su camino y obligaban a los gorriones a aminorar su vuelo e incluso en otras ocasiones, a desistir en su empeño de conseguir algo que hacía poco era más accesible a ellos.

La Gaviota fue ganando terreno y a apropiarse de todo el territorio con disimulo y malas artes. Pero la mente de los jóvenes gorriones es distinta que la de sus predecesores. Pues sus padres se han preocupado que crecieran aprendiendo a pensar por sí mismos, a mantener sus ideas y luchar por sus principios. Los jóvenes gorriones sabían que en tiempo no muy remoto, hubo una época de oscuridad. Una época en el que todos los gorriones padecieron injusticias bajo el yugo de la opresión.

El temor de padecer aquello, hizo que los gorriones se alzasen contra la Gaviota y comenzaron una revolución. Aunque al principio eran escasos en número, poco a poco fueron añadiéndose más y más gorriones a la causa. Incluso también se unieron palomas, garzas, cigüeñas y búhos pues ellos también estaban padeciendo la opresión de la Gaviota que les iba mermando el espacio de vuelo.

Y aunque la Gaviota era fuerte y con un poderoso y desgarrador pico, ignoró el hecho natural más importante. Un hecho que fue la perdición de la Gaviota y la salvación de los gorriones. Y es que, ellos eran mucho más numerosos y se habían unido como uno. Y entonces, juntos y organizados, pueden desterrar a la Gaviota con alma de cuervo de su cubil.
Finalmente la Gaviota, a pesar de ser más fuerte, cayó ante la presión y el arrojo de los gorriones.

Una vez más, los gorriones volvieron a ser libres y volar por donde deseen. Y ahora, el cielo vuelve a ser infinito, el paisaje está volviendo a cambiar y están brotando nuevas plantas. Algunos se preguntan qué color bañará el paisaje ahora. ¿Tal vez regrese el violeta?, ¿será un nuevo color?. Realmente eso no importa, pues lo importante es que el paisaje vuelve a ser de todos y cada uno de ellos.

Los gorriones hicieron un pacto. Nunca permitirán que el mal muera en el olvido para que no pueda regresar. Y así, se han comprometido a trasmitir a las siguientes generaciones, la historia de La Muerte de la Gaviota que quiso volar sobre la estela de un Águila Negra.

FIN.