El cielo estaba encapotado. Unas espesas nubes negruzcas reducían la claridad a excepción de unos breves relámpagos amenazantes que anunciaban una inminente tormenta. La tarde era idónea para sus planes. Como casi un ritual, todos los viernes, quedaban para ver películas de terror.
Casi se habían vuelto unos expertos y por lo tanto, también exigentes. Tras los primeros veinte minutos, ambos se dieron cuenta que el resto de la película iba a ser bastante floja.
- La semana que viene es tu cumpleaños, trece años, oficialmente serás adolescente - comentó él mientras le ofreció palomitas del bol - ¿Lo celebrarás?
- Sabes de sobras que en mi casa no están las cosas para fiestas - contestó ella con un ápice de amargura - Ya ni recuerdo cuándo soplé las velas por última vez.
- Pues vamos a los recreativos - repuso él tras encoger los hombros - Y luego, vamos todos a la pizzería, te prometo poner unas velitas.
- ¡Qué tonto eres! - rió ella - Pero lo de la pizzería suena fenomenal.
- Seguro que te gusta el regalo de tu "amorcito".
Ella le miró interrogante, él es su mejor amigo y le conocía mejor que a ella misma, el tono de su voz decía más de lo que trataba de aparentar.
- No es mi "amorcito" - repuso ella recalcando el adjetivo - Me gusta mucho, pero no hay nada claro.
- Por ahora - sentenció él con aire misterioso.
- ¿Te ha dicho algo?- preguntó sin disimular su curiosidad.
El sonrió con malicia, cogió un puñado de palomitas y fijó la vista en la pantalla. Tras unos segundos de silencio, ella arrugó la nariz y le imitó. Dando a entender que no le preguntará más y si quiere contar algo, pues que lo haga cuando le plazca.
- Quiere salir contigo. Me preguntó si a mí me importaba - él comentó con tono divertido.
Ambos estallaron a reír a carcajadas. Siempre han estado juntos, desde el jardín de infancia y son muchos los que creen que son más que amigos. Ellos no lo desmentían porque les resultaba gracioso que pensaran así. Los amigos de la pandilla sabían que sólo había amistad entre ellos, aunque la mayoría pensaba que en el fondo, se gustaban pero que ninguno se atrevía a sincerarse el uno con el otro.
- Sería el primer chico con el que salga - murmuró ella algo ausente.
- Si no te gusta, puedes decir que no.
- El caso es que me gusta mucho y lo sabes. Pero eso no es lo que me preocupa.
- Entonces ¿El qué?
- Pues que Óscar ya ha salido con otras chicas.
- Ah. En ti, eso es una novedad.
- ¿El qué?
- Que te preocupen esas cosas.
- No me importa eso, pero es que yo no he besado nunca a nadie. ¿Y si no sé cómo hacerlo?¿Y si beso tan mal que luego se echa atrás?
Él comenzó a toser compulsivo porque al intentar reírse, se atragantó con las palomitas. Ella frunció el ceño y le ayudó con unas palmadas en la espalda más fuertes de lo necesario.
- Eres un idiota. De verdad que me preocupa eso. No me gustaría que mi primer beso fuese un fiasco. ¿Cómo fue el tuyo?
- Pues no estuvo mal. La verdad es que me gustó mucho, si hubiese sido por mí, aún estaría pegado a Macarena.
- ¡Qué burro eres! - rió ella.
Continuaron otros minutos en silencio mirando la película, ella se mordisqueó la uña del pulgar con aire ausente. Él le apartó la mano de la boca, esa costumbre que ella tenía le irritaba bastante.
- Podrías practicar.
- ¿Tú eres tonto?
- Hablo en serio. Si te preocupa eso, pues practica para que cuando tengas a Óscar delante, no te pongas nerviosa.
- ¿Y con quién practico? ¿Contigo?
- Yo me refería que practicases con tu brazo, pero esa propuesta me gusta más - Él sonrió con amplitud y guiñó el ojo.
Ella le lanzó un mohín y él volvió a estallar a carcajadas. Se centraron en la pantalla y vieron el resto de la película en completo silencio a excepción de algún comentario relacionado con las escenas. Cuando ésta terminó, se dispusieron a ver la siguiente. Ella miró en silencio cómo él sacaba la película de su carátula.
- Sería de lo más raro.
- ¿El qué?
- Que practicase contigo. Somos amigos.
- Los mejores amigos - puntualizó él.
- Pues por eso, sería raro.
- Un poco sí. Pero si lo piensas bien, no sería mala idea. A fin de cuentas, practicar con alguien es mil veces mejor que con tu brazo y bueno, tú y yo sólo somos amigos así que no contaría como un primer beso.
- ¿Me estás tomando el pelo?
- No, para nada. No cuenta si no quieres que cuente.
- A veces me cuesta diferenciar si estás hablando en broma o en serio.
- Siempre hablo con un poco de ambas cosas, ya me conoces.
Ella asintió con la cabeza y ambos continuaron viendo la película. Estuvieron un rato comentando las escenas y señalando los fallos, esto último, era el pasatiempo favorito de los chavales. Tenían una especie de apuesta que consistía en averiguar quién encontraba más incoherencias.
Las palomitas se terminaron y él fue a la cocina para preparar una segunda tanda. Ella permaneció sentada en el sofá cavilando sobre la conversación que habían tenido. Es su mejor amigo, siempre han estado juntos y sabía que sería así para siempre. La confianza que tenían el uno con el otro era absoluta, plena y confidencial.
Cuando él regresó, continuaron con la sesión de cine casero unos minutos más.
- Puede que no sea tan mala idea - comentó ella sin apartar la mirada de la pantalla.
- ¿El qué? - preguntó él haciendo lo mismo.
- Practicar contigo. Lo he pensado y no creo que cuente como un primer beso porque no nos gustamos de esa forma.
- ¿Es en serio?
- Pues sí, a no ser que tengas algo que objetar. ¿Sin compromisos?
- Sin nada que tú no quieras.
- Entonces, de acuerdo. Practicaré contigo.
- ¿Segura?
- Completamente.
Él asintió con la cabeza y dejó el bol sobre la mesa. Se acomodó en el sofá de tal modo que podría mirarla de frente, le apartó el pelo con lentitud y esbozó una leve sonrisa. Ella fijó la mirada en sus labios y sonrió destilando una mezcla de incertidumbre, curiosidad y vergüenza. Se acercaron despacio, retrocedieron un poco debido a las dudas que les asaltaban que desparecían tan pronto como llegaban. Finalmente comenzaron a besarse, saboreando los labios lentamente, descubriendo con sorpresa el agradable sabor del otro con un ligero gusto salado. Inconscientemente, cerraron los ojos y siguieron besándose despacio, saboreando el momento y desearon que no acabase nunca porque ambos eran conscientes que no se volvería a repetir. Ella le abrazó apoyando la mano tras la nuca de él y le acarició con sutiles movimientos. Él aferró ambas manos en la cintura de ella mientras marcaba su contorno con los pulgares. Perdieron la noción del espacio y tiempo, en ese momento sólo estaban ellos y se habían convertido en uno sólo. Se reclinaron hacia atrás y él apoyó una pierna sobre la de ella y aferraron sus cuerpos sin dejar espacio alguno entre ambos.
El chasquido de la puerta, les devolvió a la realidad bruscamente. Se separaron rápidamente y simularon ver la película. Escucharon con el corazón desbocado, cómo la madre de él, trajinaba en la cocina seguramente guardando los productos de la compra. Miró a los chicos un momento breve, con esa mirada de desconfianza que lanzan las madres cuando no comprenden que un chico y una chica sólo pueden ser amigos. La muchacha se levantó y saludó con cariño, mostrando de lo que siente por aquella mujer, que era como una segunda madre. La mujer cambió el gesto inmediatamente peguntó a la muchacha si se quedaría a cenar porque había comenzado a llover con fuerza y era mejor que esperase a que amainara. Ella aceptó la invitación con una sonrisa en un intento de demostrar a su amigo que todo seguía igual.
Terminaron de ver la película en completo silencio, ninguno parecía querer mirar al otro. Ambos estaban confusos y emocionados equitativamente.
Durante la cena se repusieron por completo y se intercambiaron bromas y chanzas como siempre han hecho y como saben que siempre harán.
Por la noche, cada uno en su cama rememoraron aquel momento. Él sonrió satisfecho porque, aunque se lo negó a sí mismo muchas veces, siempre quiso saber cómo sería besar a su amiga.
Ella también sonrió porque sin pensarlo, se dio cuenta que había hecho una elección muy importante en su vida y no estaba en absoluto arrepentida. Se suponía que besarle no significaría nada pero nunca creyó que besar a su mejor amigo sería tan especial... Que ese primer beso sería tan inolvidable.
- La semana que viene es tu cumpleaños, trece años, oficialmente serás adolescente - comentó él mientras le ofreció palomitas del bol - ¿Lo celebrarás?
- Sabes de sobras que en mi casa no están las cosas para fiestas - contestó ella con un ápice de amargura - Ya ni recuerdo cuándo soplé las velas por última vez.
- Pues vamos a los recreativos - repuso él tras encoger los hombros - Y luego, vamos todos a la pizzería, te prometo poner unas velitas.
- ¡Qué tonto eres! - rió ella - Pero lo de la pizzería suena fenomenal.
- Seguro que te gusta el regalo de tu "amorcito".
Ella le miró interrogante, él es su mejor amigo y le conocía mejor que a ella misma, el tono de su voz decía más de lo que trataba de aparentar.
- No es mi "amorcito" - repuso ella recalcando el adjetivo - Me gusta mucho, pero no hay nada claro.
- Por ahora - sentenció él con aire misterioso.
- ¿Te ha dicho algo?- preguntó sin disimular su curiosidad.
El sonrió con malicia, cogió un puñado de palomitas y fijó la vista en la pantalla. Tras unos segundos de silencio, ella arrugó la nariz y le imitó. Dando a entender que no le preguntará más y si quiere contar algo, pues que lo haga cuando le plazca.
- Quiere salir contigo. Me preguntó si a mí me importaba - él comentó con tono divertido.
Ambos estallaron a reír a carcajadas. Siempre han estado juntos, desde el jardín de infancia y son muchos los que creen que son más que amigos. Ellos no lo desmentían porque les resultaba gracioso que pensaran así. Los amigos de la pandilla sabían que sólo había amistad entre ellos, aunque la mayoría pensaba que en el fondo, se gustaban pero que ninguno se atrevía a sincerarse el uno con el otro.
- Sería el primer chico con el que salga - murmuró ella algo ausente.
- Si no te gusta, puedes decir que no.
- El caso es que me gusta mucho y lo sabes. Pero eso no es lo que me preocupa.
- Entonces ¿El qué?
- Pues que Óscar ya ha salido con otras chicas.
- Ah. En ti, eso es una novedad.
- ¿El qué?
- Que te preocupen esas cosas.
- No me importa eso, pero es que yo no he besado nunca a nadie. ¿Y si no sé cómo hacerlo?¿Y si beso tan mal que luego se echa atrás?
Él comenzó a toser compulsivo porque al intentar reírse, se atragantó con las palomitas. Ella frunció el ceño y le ayudó con unas palmadas en la espalda más fuertes de lo necesario.
- Eres un idiota. De verdad que me preocupa eso. No me gustaría que mi primer beso fuese un fiasco. ¿Cómo fue el tuyo?
- Pues no estuvo mal. La verdad es que me gustó mucho, si hubiese sido por mí, aún estaría pegado a Macarena.
- ¡Qué burro eres! - rió ella.
Continuaron otros minutos en silencio mirando la película, ella se mordisqueó la uña del pulgar con aire ausente. Él le apartó la mano de la boca, esa costumbre que ella tenía le irritaba bastante.
- Podrías practicar.
- ¿Tú eres tonto?
- Hablo en serio. Si te preocupa eso, pues practica para que cuando tengas a Óscar delante, no te pongas nerviosa.
- ¿Y con quién practico? ¿Contigo?
- Yo me refería que practicases con tu brazo, pero esa propuesta me gusta más - Él sonrió con amplitud y guiñó el ojo.
Ella le lanzó un mohín y él volvió a estallar a carcajadas. Se centraron en la pantalla y vieron el resto de la película en completo silencio a excepción de algún comentario relacionado con las escenas. Cuando ésta terminó, se dispusieron a ver la siguiente. Ella miró en silencio cómo él sacaba la película de su carátula.
- Sería de lo más raro.
- ¿El qué?
- Que practicase contigo. Somos amigos.
- Los mejores amigos - puntualizó él.
- Pues por eso, sería raro.
- Un poco sí. Pero si lo piensas bien, no sería mala idea. A fin de cuentas, practicar con alguien es mil veces mejor que con tu brazo y bueno, tú y yo sólo somos amigos así que no contaría como un primer beso.
- ¿Me estás tomando el pelo?
- No, para nada. No cuenta si no quieres que cuente.
- A veces me cuesta diferenciar si estás hablando en broma o en serio.
- Siempre hablo con un poco de ambas cosas, ya me conoces.
Ella asintió con la cabeza y ambos continuaron viendo la película. Estuvieron un rato comentando las escenas y señalando los fallos, esto último, era el pasatiempo favorito de los chavales. Tenían una especie de apuesta que consistía en averiguar quién encontraba más incoherencias.
Las palomitas se terminaron y él fue a la cocina para preparar una segunda tanda. Ella permaneció sentada en el sofá cavilando sobre la conversación que habían tenido. Es su mejor amigo, siempre han estado juntos y sabía que sería así para siempre. La confianza que tenían el uno con el otro era absoluta, plena y confidencial.
Cuando él regresó, continuaron con la sesión de cine casero unos minutos más.
- Puede que no sea tan mala idea - comentó ella sin apartar la mirada de la pantalla.
- ¿El qué? - preguntó él haciendo lo mismo.
- Practicar contigo. Lo he pensado y no creo que cuente como un primer beso porque no nos gustamos de esa forma.
- ¿Es en serio?
- Pues sí, a no ser que tengas algo que objetar. ¿Sin compromisos?
- Sin nada que tú no quieras.
- Entonces, de acuerdo. Practicaré contigo.
- ¿Segura?
- Completamente.
Él asintió con la cabeza y dejó el bol sobre la mesa. Se acomodó en el sofá de tal modo que podría mirarla de frente, le apartó el pelo con lentitud y esbozó una leve sonrisa. Ella fijó la mirada en sus labios y sonrió destilando una mezcla de incertidumbre, curiosidad y vergüenza. Se acercaron despacio, retrocedieron un poco debido a las dudas que les asaltaban que desparecían tan pronto como llegaban. Finalmente comenzaron a besarse, saboreando los labios lentamente, descubriendo con sorpresa el agradable sabor del otro con un ligero gusto salado. Inconscientemente, cerraron los ojos y siguieron besándose despacio, saboreando el momento y desearon que no acabase nunca porque ambos eran conscientes que no se volvería a repetir. Ella le abrazó apoyando la mano tras la nuca de él y le acarició con sutiles movimientos. Él aferró ambas manos en la cintura de ella mientras marcaba su contorno con los pulgares. Perdieron la noción del espacio y tiempo, en ese momento sólo estaban ellos y se habían convertido en uno sólo. Se reclinaron hacia atrás y él apoyó una pierna sobre la de ella y aferraron sus cuerpos sin dejar espacio alguno entre ambos.
El chasquido de la puerta, les devolvió a la realidad bruscamente. Se separaron rápidamente y simularon ver la película. Escucharon con el corazón desbocado, cómo la madre de él, trajinaba en la cocina seguramente guardando los productos de la compra. Miró a los chicos un momento breve, con esa mirada de desconfianza que lanzan las madres cuando no comprenden que un chico y una chica sólo pueden ser amigos. La muchacha se levantó y saludó con cariño, mostrando de lo que siente por aquella mujer, que era como una segunda madre. La mujer cambió el gesto inmediatamente peguntó a la muchacha si se quedaría a cenar porque había comenzado a llover con fuerza y era mejor que esperase a que amainara. Ella aceptó la invitación con una sonrisa en un intento de demostrar a su amigo que todo seguía igual.
Terminaron de ver la película en completo silencio, ninguno parecía querer mirar al otro. Ambos estaban confusos y emocionados equitativamente.
Durante la cena se repusieron por completo y se intercambiaron bromas y chanzas como siempre han hecho y como saben que siempre harán.
Por la noche, cada uno en su cama rememoraron aquel momento. Él sonrió satisfecho porque, aunque se lo negó a sí mismo muchas veces, siempre quiso saber cómo sería besar a su amiga.
Ella también sonrió porque sin pensarlo, se dio cuenta que había hecho una elección muy importante en su vida y no estaba en absoluto arrepentida. Se suponía que besarle no significaría nada pero nunca creyó que besar a su mejor amigo sería tan especial... Que ese primer beso sería tan inolvidable.
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