Era una tarde gris y lluviosa. El ambiente, como suele ser en estas ocasiones, estaba impregnado de una quietud y penumbra algo abrumadora. Como hija de la tierra del Sol, estos días son de sobrecogimiento dotado con pinceladas de tristeza y melancolía.
Me encontrada sentada en el sillón relajada y sumida en mis pensamientos, intentando materializar en un papel blanco pequeños bocetos de historias que se empeñaban en disiparse nada más localizarlas fugazmente, hacía semanas que mi musa se marchó sin avisar y sin determinar fecha de regreso.
De repente, mi paz se turbó. Sentí que perdía el control de mi cuerpo y todo él se tensó. Intenté dominar la situación, pero no era dueña de mí y los intentos fueron en vano.
La impotencia, la sensación angustiosa de descontrol se apoderó hasta el último rincón de mi libre albedrío. Intenté controlar la situación casi desesperada, boqueaba el aire con angustia, pero el gesto era inútil.
La desagradable sensación incrementó hasta el punto de exprimir de unos ojos casi en órbitas, un par de lágrimas involuntarias.
No era dueña de mí y nada podía hacer, esta situación me agobiaba.
Poco a poco, la horrible sensación comenzó a disiparse, me fue liberando pausadamente y empecé a ser dueña de mis actos de nuevo. Finalmente logré tranquilizarme, aún así, la impotencia se transformó en rabia pues, finalmente, no pude... estornudar.
Obra registrada. Código: 1209162348282
eso si que es terrible jejeje... achis un saludo
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